Doctor, me mareo…
Cómo definir lo que nos ocurre
Uno de los problemas básicos que dificulta el estudio de la patología vestibular es la falta de concreción en la definición de los síntomas vestibulares. Aquí te damos las claves de cómo expresarlo.
Lo primero
Lo primero es delimitar el curso temporal y la duración de los síntomas, diferenciando entre las siguientes situaciones:
Ataques o episodios repetidos de vértigo, que se circunscriben a una duración limitada aunque se van repitiendo, con periodos sin mareo o vértigo entre ellos. Los ataques pueden durar menos de un minuto (como ocurre en el vértigo posicional paroxístico benigno o en la paroxismia vestibular), varios minutos (como ocurre en las fístulas perilinfáticas o los síndromes de tercera ventana) o periodos más largos, como ocurre en la enfermedad de Meniere (entre 20 minutos y 12 horas) o la Migraña vestibular (entre 5 minutos y 72 horas).
Un episodios que se inicia de manera brusca, aguda y cuyos síntomas se prolongan durante días o semanas. Ocurre así en la neuritis vestibular o en el infarto en el Tronco del encéfalo o el cerebelo, donde los síntomas vestibulares aparecen de forma súbita, violenta y van disminuyendo en intensidad de manera lenta y progresiva, en el curso de días o semanas.
Síntomas persistentes, que se continúan de manera más o menos ininterrumpida durante meses o años. Es lo característico de la Vestibulopatía bilateral, los mareos funcionales o los trastornos neurodegenerativos con afectación cerebelosa o extrapiramidal.
Lo siguiente
Lo siguiente es tratar de definir el tipo de síntoma predominante. Aunque en ocasiones puede entrañar cierta dificultad expresarlo, es interesante distinguir entre las cuatro situaciones siguientes:
El vértigo interno es una sensación falsa de movimiento de uno mismo cuando tal movimiento no ocurre, o una sensación distorsionada ante cualquier movimiento normal de la cabeza. Puede ser rotatorio o no rotatorio. Y ocurrir de manera espontánea o provocado por desencadenantes (tras un cambio de posición de la cabeza, durante los movimientos cefálicos, por estímulos visuales en movimiento o de naturaleza compleja, por sonido, por maniobras de Valsalva como sonarse o toser, o al incorporarnos).
El mareo es la sensación de desorientación espacial SIN sensación de movimiento. Es una situación más difícil de describir por el paciente y más complicada de desentrañar por el especialista. También puede ser espontáneo o provocado por desencadenantes similares.
El término no debe utilizarse cuando existe una sensación de inminente desmayo (presíncope), alteración del pensamiento (confusión mental), o despegamiento de la realidad (alteración de la individualidad o del entendimiento).
El vértigo externo hace referencia a una falsa sensación de movimiento del campo visual, que gira o fluye, ya sea de manera continua o en sacudidas, en cualquier plano del espacio. Es el síntoma que mejor define las alteraciones del sistema vestibular. En ocasiones podemos tener la sensación de que nuestro entorno oscila, “rebota” o “se mueve de arriba abajo” (oscilopsia), o de que se inclina o esta desorientado respecto a la vertical. En todas ellas, es el entorno el que parece moverse, no nosotros.
Los síntomas posturales se refieren al mantenimiento de la estabilidad postural estando erguido (sentado, de pie o caminando). Son la inestabilidad, la pulsión en una dirección concreta (sensación de que somos empujados) y las caídas relacionadas con el equilibrio.
Existencia de
La existencia de factores desencadenantes o moduladores del vértigo o el mareo procuran una información importante para definir el diagnóstico. En ocasiones NO existen tales desencadenantes, pero en otras los episodios se relacionan claramente con:
Cambios de posición: como en el vértigo posicional paroxístico benigno (VPPB).
Permanecer tumbado, sentado, de pie, caminando, corriendo, ojos abiertos/cerrados: como en el Mareo funcional y la Vestibulopatía bilateral.
Cambios de presión (toser, estornudos, cambios presión ambiental – en un avión o una montaña-, ruidos): ocurre en el caso de la existencia de una fístula perilinfática o en el Síndrome de 3ª ventana.
El horario diurno es más característico del Mareo funcional, donde se notan menos síntomas por la mañana. En cambio, los pacientes con Síndrome de nistagmo vertical inferior (downbeat nystagmus) se encuentran mejor por la tarde.
Información importante
Por último, los síntomas acompañantes también reportan una información importante:
Pérdida de audición, ruidos en el oído (tinnitus), presión aural (sensación de plenitud o de tener el oído “lleno de agua”).
Cefalea, hipersensibilidad a la luz y el sonido, auras visuales (“visión de luces o destellos”).
Visión doble (diplopia), pérdida de la sensibilidad en alguna extremidad o en toda la mitad del cuerpo (hemiparesia), pérdida del equilibrio hacia un lado (hemiataxia).
Nausea, vómito, palidez, sudoración fría.